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La salud mental: una oportunidad y un reto para el siglo XXI

2007-10-15

A comienzos de siglo (en el año 2001) la Directora General de la Organización Mundial de la Salud, refiriéndose a la situación de la salud mental en el mundo, planteó como uno de los objetivos del organismo que dirigía que la nuestra “fuera la última generación que permitiera que la que la vergüenza y el estigma dominaran sobre la ciencia y la razón”...

A comienzos de siglo (en el año 2001) la Directora General de la Organización Mundial de la Salud, refiriéndose a la situación de la salud mental en el mundo, planteó como uno de los objetivos del organismo que dirigía que la nuestra “fuera la última generación que permitiera que la que la vergüenza y el estigma dominaran sobre la ciencia y la razón”[i]. Este planteamiento surgió ante los datos sólidos y consistentes que mostraban como la carga de discapacidad generada por el conjunto de los trastornos mentales ha subido en todo el mundo hasta llegar a ocupar en muchas zonas el primer lugar en comparación con otras áreas de la patología médica y sin embargo la asistencia no llega a una gran mayoría de ellos.
 
Las cifras son bien elocuentes: en Europa, en el plazo de un año, un 27% de la población presenta un trastorno mental, pero sólo un 26% de ellos recibe tratamiento[ii] (los dados a nivel mundial son de un orden parecido), dato que no resiste la comparación con otros tipos de trastornos médicos. Si hablamos de trastornos individualizados, la depresión aparece en varios estudios como la primera causa de discapacidad, por delante de enfermedades como la cardiopatía isquémica, la artritis, el asma o la diabetes[iii], pero en cambio el porcentaje de tratamiento correcto no llega a un tercio de los afectados mientras que las mismas cifras para la artritis o el asma supera el 80%[iv].
 
Las razones para esta situación son varias y complejas, pero probablemente uno de los factores fundamentales para alcanzar una provisión de cuidados adecuados a las personas que padecen este tipo de trastornos es el estigma que se asocia a ellos. La actitud negativa hacia las personas que padecen un trastorno mental se puede encontrar en todos los niveles de la sociedad y afecta a aquellos que los padecen, a sus familiares, a los profesionales que los atienden, al sistema sanitario general y globalmente a toda la sociedad. De el se deriva la puesta en marcha de diversos círculos viciosos que implican a todos los indicados y que tienen como consecuencia una menor inversión de recursos en su asistencia en proporción a la carga que originan[v].
 
Ante esta situación se están produciendo reacciones cada vez más globales como la ya referida de la OMS, pero también en la Unión Europea, donde en el año 2005 se celebró una conferencia de Ministros de Sanidad (Helsinki) en la que se acordó elevar el porcentaje de gasto sanitario dedicado a la salud mental del 4% de media en la zona al 10% para el año 2010[vi] y la posterior elaboración de un Libro Verde sobre promoción de la salud mental en la población. En nuestro país, el Ministerio de Sanidad y Consumo ha publicado la “Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud”[vii] y distintas CC.AA. han desarrollado planes de salud mental en su zona de competencia.
 
Todo parece indicar que hay motivos para la esperanza. Pero necesitamos que esta vez el compromiso se materialice de una forma decidida en la disponibilidad de los recursos necesarios. Mientras tanto persistirá la duda de que las medidas plasmadas en estos documentos e iniciativas queden en el ámbito de los buenos deseos. 
Hay que tener bien presente que el primer paso imprescindible para el comienzo de la solución depende del nivel de recursos asignados para ello y en este paso es de gran importancia la percepción social y la presión que en este sentido se pueda ejercer para cambiar una situación que no tiene justificación posible.


[i]
WHO. World health report. Mental health: new understanding, new hope. 2001. http//www.who.int/whr/2001/es (acceso 3-10-2007)
[ii] Alonso J, Codony M, Kovess V et al. Population level of unmet need for mental healthcare in Europe. Br J Psychiatry 2007;190:299-306.
[iii] Moussavi S, Chatterji S, Verdes E et al. Depression, chronic diseases, and decrements in health: results from the World Health Surveys. Lancet 2007;370:851-858.
[iv] Andrews G, Titov N. Depression is very disabling. Lancet 2007;370:808-809.
[v] Sartorius N. Stigma and mental health. Lancet 2007;370:810-811.
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