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La FEPSM organiza una jornada para periodistas destinada a desestigmatizar las enfermedades mentales

2021-09-20

Junto a la Sociedad Española de Psiquiatría y la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica.

La FEPSM organiza una jornada para periodistas destinada a desestigmatizar las enfermedades mentales La presidenta de la FEPSM, Ana González-Pinto, durante su intervención en el seminario.

 

El 20% de población en España padecerá una enfermedad mental a lo largo de su vida. Las más frecuentes como la ansiedad, la depresión, los trastornos de la conducta alimentaria y los problemas de sueño han sufrido un incremento con motivo de la pandemia por COVID-19. Una situación que se ha visto más acusada entre la población infanto-juvenil de nuestro país. En el marco del seminario para medios de comunicación “Sensibilización contra el estigma asociado a la enfermedad mental”, organizado por la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM), la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP) y la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB), en colaboración con la compañía Janssen, la doctora Ana González-Pinto quiso aclarar conceptos y aportar conocimiento específico para que la información que se ofrezcan sobre el tema en los medios de comunicación sea de calidad y con rigor científico.

 

El seminario, moderado por la periodista Ana Alfageme, lo ha abierto el doctor Celso Arango, presidente de la SEP, quien ha asegurado que “es necesario poner fin al estigma que acompaña a estas enfermedades, no se puede culpabilizar a alguien por tener una enfermedad, es algo muy cruel. Para ello, profesionales y medios de comunicación debemos trabajar conjuntamente para difundir una información veraz y de calidad que evite creencias erróneas y discriminatorias para con estos pacientes”.

Desconocimiento, miedo o vergüenza son algunas de las razones que, en opinión del doctor Arango, hace que se hable menos de este tipo de patologías a pesar de la incidencia que tienen. “Es más, -asegura- las veces que se habla de ellas, no se hace de manera correcta. Hemos de normalizar frente a la sociedad este tipo de patologías y que la población vea que cualquiera podemos tener uno de estos trastornos”.

Otro de los aspectos que preocupan a los expertos está relacionado con cómo el estigma y la vergüenza que sufren estos pacientes puede llegar a impedir que accedan a la asistencia y a los tratamientos que necesitan. En este punto existen dos factores a tener en cuenta; por un lado, “el no reconocer la enfermedad, tanto por parte del paciente como de su entorno y por tanto no tratarla”, señala el doctor Arango. Por otro, según explica la doctora Ana González-Pinto, presidenta de la FEPSM, “la falta de profesionales en la sanidad pública contribuye a que la atención a estos pacientes se retrase”. La falta de comprensión hacia los problemas de salud mental se explica, entre otros motivos, por el desconocimiento del origen biopsicosocial de estas enfermedades. “Hay otros problemas de salud que también tienen un origen biopsicosocial, como por ejemplo la hipertensión, que se relaciona no solo con condicionantes genéticos sino también con hábitos de vida, nivel socioeconómico y factores individuales. Y este aspecto se desconoce por completo en la salud mental”. 

En opinión del doctor Víctor Pérez Solá, presidente de la SEPB, “la salud mental tiene dos lacras: el poco presupuesto del que se dispone para trabajar y el estigma. Tanto los enfermos como los profesionales de la salud mental tenemos ese estigma de ser diferentes y extraños, eso hace que la sociedad no vea estos problemas de salud como una enfermedad más”. Según este experto, el estigma hace que pacientes con enfermedades mentales tarden entre seis y siete años en acudir al médico. “Lo que implica un retraso en su tratamiento. Hay muchas personas que les cuesta o no quieren reconocer que tienen una enfermedad mental, por lo que no buscan tratamiento y esto empeora su pronóstico”, añade.

El doctor Pérez-Solá insiste en la necesidad de normalizar este tipo de patologías. “Es muy importante que las urgencias de psiquiatría formen parte de las urgencias generales, que las plantas donde están los enfermos mentales estén dentro de los hospitales generales, y con las mismas condiciones de habitabilidad y de estancia que el resto de los pacientes. Hay un trabajo muy importante de la sociedad por normalizar este tipo de enfermedades”.

 

 

Prevención y profesionales cualificados, la mejor estrategia

“Invertir en programas de detección precoz, no solo haría que disminuyesen los cuadros graves de esta enfermedad, sino que también podría reducir los costes asociados”, ha subrayado el doctor Arango. Diferentes trabajos recientes cifran en 6.000 millones de euros el coste total de la depresión en nuestro país. Hoy por hoy, se conocen los factores de riesgo reales que pueden inducir a un cuadro de salud mental. “Hemos hecho muchos estudios genéticos, psicosociales y epigenéticos. El conocimiento de estos factores es el primer paso para la detección precoz de los mismos”, asegura el presidente de la SEP.  

En este contexto, la doctora González-Pinto comenta que “la sociedad necesita que la Sanidad dedique tiempo a su salud mental, por lo que muchas veces se solicita la atención de un psicólogo, creyendo que este profesional puede dedicarle más tiempo. Sin embargo, la realidad es que todos los profesionales de la Sanidad Pública que atendemos estas consultas- Atención Primaria, psicólogos y psiquiatras- tenemos las agendas saturadas”, subraya. Entre las fortalezas de nuestro sistema de salud, la presidenta de la FEPSM destaca un sistema público bien organizado, así como una excelente formación de los profesionales.

 

 

Retos y necesidades en la atención a la salud mental

En cuanto a los retos en la atención a la salud mental, el suicidio probablemente es uno de los principales. “De hecho”, afirma la doctora González-Pinto, “la mayoría de las comunidades ya han desarrollado una estrategia de prevención del suicidio. Asimismo, la Depresión Mayor es la patología más frecuente y esto también implica un reto sanitario al que debemos dar respuesta desde todos los ámbitos”. En cuanto a las necesidades, comenta que es preciso un mayor número de profesionales que atiendan situaciones específicas, como son la psiquiatría infantil, los trastornos de la conducta alimentaria, la prevención del suicidio y las urgencias. 

Tradicionalmente, se ha decidido no hablar del suicidio. “Cuando se habla de suicidio hay que hablar de una forma correcta, hay que tratarlo como se tratan los accidentes de tráfico. Estamos ante la primera causa de muerte entre la gente joven”, indica el doctor Pérez Solá. En España, en 2019, fallecieron 3.671 personas, 10 muertos por suicidio cada día. “Por hacer una comparación para ver la magnitud del problema: por cada persona que muere por accidente de tráfico, mueren dos por suicidio”, matiza este experto.

“Las estrategias actuales son absolutamente insuficientes porque están escritas pero no tienen presupuesto que las respalden para implementarlas en muchos casos, -explica el doctor Pérez Solá. Y, desde luego, es necesaria una estrategia a nivel nacional que lidere y coordine el resto de las estrategias. Somos la excepción de Europa, hay muy pocos países en Europa que no tengan una estrategia de suicidio”.

 

 

Aumentan los problemas de salud mental en la población infanto-juvenil

El incremento del número de casos en edad infanto-juvenil se debe fundamentalmente a la pandemia: “la falta de contacto social, la forma en que esta población se proyecta en el futuro y el hecho de estar ‘encerrados’ en casa, sin poder desarrollar su rebeldía, les ha afectado mucho”, asegura el doctor Arango. Los expertos coinciden en subrayar la importancia que, dada la circunstancia, tiene la reciente aprobación de la especialidad de Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia. “En este país, ahora que se ha aprobado la especialidad, se va a multiplicar por 10 el tiempo que durante la residencia se dedica a la salud infanto-juvenil”, explica. Por su parte, el doctor Pérez Solá indica que este reconocimiento permitirá que los jóvenes sean atendidos por profesionales mejor cualificados en las patologías que tienden a debutar en estas edades.

En este sentido, ambos expertos apuntan la importancia de que el entorno más cercano esté atento a los posibles síntomas de alarma. En aquellos casos en los que se nace con el trastorno, éste suele ser detectado en las visitas al Pediatra, a través de los padres cuando comparan comportamientos entre hermanos o en el colegio al valorar hitos evolutivos académicos entre iguales. Sin embargo, donde hay que prestar especial cuidado es “en la pérdida de conductas ya adquiridas. Un adolescente que ya no quiere salir con sus amigos, que pierde notablemente el apetito, que no quiere acudir al colegio o al instituto. En estos casos, el sistema debe responder de manera ágil y estar respaldado por los diferentes agentes sociales”, concluye el doctor Arango.

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