Cada año se suicidan en el mundo casi un millón de personas, lo que supone una tasa de mortalidad "global" de 16 por 100.000 habitantes o una muerte cada 40 segundos, según los datos de la Organización Mundial de la Salud. En España, estas cifras se sitúan en 3.500 personas al año, representando la segunda causa de muerte en población de entre 15 y 29 años; diez muertes al día. Conseguir reducir estas cifras es uno de los objetivos de que cada 10 de septiembre se conmemore el Día Mundial para la Prevención del Suicidio.
Según el Libro Blanco Depresión y Suicidio 2020, presentado recientemente por la Sociedad Española de Psiquiatría, la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica y la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental, los principales errores en torno al suicidio son:
- Creer que todas las personas que lo dicen hacer, al final no lo comenten.
- Despreciar el comportamiento manipulador.
- Subestimar la tentativa de suicidio.
- Creer que la mejoría tras una crisis significa que ya no hay riesgo.
- Creer que, si una persona toma la decisión de matarse, nada podrá impedírselo.
- No hablar ni comentar con la persona sus pensamientos, por miedo.
- Que solo las personas que están muy grave se suicidan.
En general, las iniciativas preventivas del suicidio en el ámbito sanitario en España son aún insuficientes, parciales y heterogéneas en su grado de implementación y no están aún suficientemente evaluadas. Además, sería necesario el impulso y liderazgo del Ministerio de Sanidad en la elaboración de un plan especifico de ámbito estatal, con presupuesto finalista cohesivo. Un Plan Nacional para la Prevención del Suicidio que aborde principalmente los contenidos de:
-Sensibilización de la población general y medidas de prevención universal, a través de la creación de un teléfono de tres cifras de ámbito nacional o promoción de buenas prácticas de los medios de comunicación, por ejemplo.
-Mejorar la detección y el manejo del riesgo de suicidio entre los profesionales sanitarios a través de la formación y la coordinación de los procesos asistenciales.
-Intervención específica en grupos de riesgo, como jóvenes, personas en situación de exclusión social o víctimas de violencia, etc.
-Mejora de la coordinación intersectorial y formación de facilitadores sociales.
-Mejora de la recogida de datos de las conductas suicidas y de los suicidios consumados y promoción de la investigación en suicidio y prevención del suicidio.
"A pesar de tener un sistema sanitario y disponer de tratamientos que pueden ayudar en estas enfermedades, carecemos de la conciencia social necesaria”, asegura Víctor Pérez, coordinador del Libro Blanco Depresión y Suicidio 2020 junto a Mercedes Navío. El tabú social que existe en torno al suicidio sigue siendo una de las principales barreras para bajar estas cifras. De hecho, en opinión de ambos, “la sociedad debe conocer las cifras de lo que supone el suicidio en España, ya que solo así sabremos a qué nos estamos enfrentando, pues en estas situaciones el único radar que tenemos es que quienes están alrededor de la persona con idea de suicidio lo detecten, y le puedan prestar atención y ayuda para llevarle a un profesional”.
